Las discusiones de pareja no necesariamente deben ser percibidas como perjudiciales, mientras se manejen de forma adecuada y constructiva. Sin embargo, pueden llegar a presentar signos de alarma que nos indican que hay algo en lo que debemos trabajar en la relación.
Definitivamente, los conflictos que no se resuelven con asertividad pueden deteriorar cualidades como la buena comunicación y la confianza en las relaciones. Entonces, ¿cómo saber hasta cuándo las discusiones son normales? A continuación te lo explicamos.
¿Por qué se discute en una relación?
Al inicio de una relación, entramos en lo que podría llamarse una fase de enamoramiento. Podemos llegar a sentir un estado de felicidad y bienestar absoluto, donde rara vez hay entrada a sentimientos negativos o conflictos.
Pero conforme pasa el tiempo y la convivencia se vuelve más estrecha con nuestra pareja, comenzamos a percibir que no todo era color de rosa después de todo. Empiezan a notarse las diferencias entre ambos y a surgir las discusiones, incluso factores externos como el dinero o los problemas laborales se pueden convertir en detonantes.
Las discusiones de pareja suelen ser habituales, pues no hay que olvidar que estamos compartiendo un mismo entorno. Los debates o el intercambio de opiniones sobre algún tema en el que discrepamos es una manera de externar lo que nos molesta o preocupa ante el otro, lo que puede resultar beneficioso para hallar juntos una solución.
Pero cuando comienzan a aumentar su frecuencia y derivar en peleas o pleitos intensos, hay que prestar atención a lo que puede no estar funcionando. Una discusión constructiva no debe incluir faltas de respeto, gritos, agresividad o cualquier tipo de violencia que afecte la integridad de la otra persona.
¿Cómo son las discusiones de pareja constructivas?
Cuando una pareja prefiere no discutir para evitar mayores conflictos, lo único que provoca es que los problemas y rencores se acumulen, hasta llegar al punto donde uno de los dos colapsa e incluso, puede derivar en una separación, precisamente lo que se buscaba evitar.
Por eso, las discusiones constructivas resultan de gran provecho para el crecimiento de la relación si se manejan de forma asertiva, al cumplir con características como:
- Usar un tono de voz moderado.
- Elegir el momento y el lugar oportuno para hablar.
- Mantener el foco de la discusión (no distraernos con temas del pasado u otros)
- Conservar una actitud de empatía y respeto por las emociones del otro.
- Respetar los turnos para tomar la palabra y escuchar.
- Recordar que se tiene enfrente a una persona que amamos.
En vano será una discusión que no lleve a ninguna solución, por lo tanto es necesario que ambos piensen las diferentes alternativas que podrían tomar respecto al problema en cuestión. La meta debe ser algo en lo que se sientan realmente valorados mutuamente y sobre todo, que sea una experiencia que fortalezca su unión.
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